Sunday, 27 March 2016

Amor de plaza

Iba demorado de clases en el Conservatorio, el profesor de Contrabajo llego tarde, pero disciplinadamente dijo su clase completa y eso me retraso y seguramente perdería la  cena, aun cuando siempre le decía a la señora que cocinaba que me esperara antes de cerrar el negocio o me la guardara.   Caminaba lo más rápido posible para llegar a la parada de los carritos de Veritas (en Maracaibo, es la única ciudad de Venezuela donde aún carros particulares de 5 puestos prestan servicio de transporte público).  Entre el Conservatorio y la parada de los carritos estaba la Plaza Bolívar y allí estaba ella sentada en una de las bancas y al pasarle por un lado me llamo, … hey tu que llevas ahí?, se refería al estuche del arco del Contrabajo,  me detuve y le explique que estudiaba música y que  mi instrumento usaba también un arco como el de los violines.  Me dijo con mucha emoción que le parecía muy interesante lo que estudiaba y que ella hacia  teatro, me contó además que ella siempre había sonado estar a la luz de la luna bailando y hacer siluetas con su cuerpo mientras alguien como yo tocaba un Contrabajo. 
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Me agarro la mano y me jalo para que me sentara a su lado y seguía explicándome todas las cosas hermosas que juntos pudiéramos hacer al unir esas dos artes, la escénica y la musical.  Tiernamente me abrazo mientras seguía describiendo lo bello de este encuentro.  Realmente yo estaba sonrojado, no podía ocultar todas esas cosas maravillosas que estaba sintiendo, también me imaginaba tocando el Contrabajo y ella a mi alrededor expresándose.

En eso se escucha a lo lejos llegar un carro en muy mal estado, sonaba durísimo creo que tenía el escape dañado, y ella al verlo le pego un chiflido descomunal, yo nunca pude aprender a chiflar así, sé que se meten dos dedos a la boca y el silbido que sale es durísimo.  El chofer al verla dio un frenazo que casi se termina de esperolar el carro.  Ella le grita como con rabia: … “me tenéis aquí esperando como una tonta más de una hora” y el también gritado le dijo: .. “es que esta verga no quería prender”(refiriéndose al carro).  Ella salió corriendo hacia el carro casi en viaje (es decir, el carro nunca se detuvo), se montó de un solo trancazo y aceleradamente arranco la chatarra esa y en segundos se perdieron de vista.  No le dio tiempo de despedirse.   Ese día me acosté sin cenar ya que se me hizo muy tarde y casi con despecho porque en menos de dos horas encontré y perdí un amor de plaza.

Lenin Cardozo















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