Sunday, 27 March 2016

Que escupa todo lo que quiera!!

Era Octubre y estaba muy reciente el atentado de las Torres Gemelas de New York, y en la Universidad de Toronto, había como una silenciosa actitud colectiva de rechazar a los árabes que cursaban estudios en ese entonces.  Asumo que toda esa confusión lleno de pánico al estudiantado, que en su mayoría eran también estudiantes extranjeros.  Yo me había inscrito en un intensivo de inglés en esa Universidad que dictaban todos los otoños.  En mi salón éramos como 23 alumnos donde, sino más recuerdo, 12 eran japoneses, 6 chinos, 2 de Singapur, 2 venezolanos y un árabe.   En general en el idioma estábamos al mismo nivel (casi en el subsuelo) pero aun con las incomprensiones del caso y más “bodylengua”  (señas) que otra cosa, nos llevábamos bien, las clases eran muy animadas y nos reíamos mucho al no podernos expresarnos con fluidez.  

Me acuerdo que fue la clase del tercer lunes a primera hora, que de pronto sentí un silencio sepulcral en el salón y solo se escuchaba un sonido muy repetido: ”shuuu”… “shuuu” … el estudiante árabe, mientras la profesora escribía en el pizarrón dándonos la espalda, empezó a escupir a los japoneses de manera descontrolada.  Ahí, comenzó mi largo historial de decir: “lo he visto todo”.   Tanto silencio desconcentro a la profesora y al voltear preciso al feroz escupidor en acción.   Y le dijo que se saliera del salón y que la acompañara a la dirección.   En el breek del almuerzo, casualmente me topé con el árabe, o no sé si me busco intencionadamente y me pregunto mi opinión, yo le dije que no entendía porque lo hacía, y él me respondió porque se sentía humillado por todos los del salón, igual le dije, que aun con la razón que fuera,  yo igual no estaba de acuerdo porque a mí me costó mucho inscribirme en esa Universidad y que hacer eso pondría en riesgo todo ese esfuerzo, que seguramente el o sus padres habían hecho,   a lo mejor hasta pudiera comprometer mi estadía en Canadá.  Realmente, y eso rara vez me pasa, no me puse en su lugar para tratar de entenderlo, sino que hable de mi angustia, porque esa situación me sorprendió y me puse fue en mi lugar. Craso error!!. El árabe me miro con una rabia que no podía ocultarla, se voltio bruscamente y se fue.

Al regreso a la residencia, empecé a sospechar que en la clase siguiente lo tendríamos de nuevo, porque como la universidad tampoco es muy amiga de sancionar a los estudiantes hijos de sus buenos clientes y este árabe de seguro se vengaría de mí escupiéndome también.  Cosa que  efectivamente ocurrió así.  Esa noche prácticamente me desvele, no podía conciliar el sueño, me atormentaba, lo que pasaría después que el árabe me escupiera.  En mi país eso es un deshonor, dejarse escupir la cara por otro. Estaba impotente no sabía qué hacer ante la ofensa que iba a recibir delante todos mis compañeros de clase.  Barajé varios escenarios, muchísisimos me supongo.  Apenas me escupiera la cara, me le lanzo encima y lo golpeo rápidamente para sorprenderlo y no dejar que reaccionar, después pensaba, pero a mi si me van a expulsar de la universidad, y seguramente como seria la palabra de él contra la mía, hasta me podrían acusar de agresor y meterme preso  o salir  expulsado del país.   Después me imagine esperarlo antes de que entrara a clase y según como se viniera,  enfrentarlo de una vez, pero el siempre andaba con otros árabes y yo estaba en desventaja porque seguramente entre todos me pegarían.  Pensé irlo a buscar a donde vivía esa noche y resolver eso ya en la calle, pero no sabía donde residía y ya  no tenía tiempo de ubicar la dirección porque lo que me pasaría era cuestión de horas.

Estaba agitado, acelerado, muy molesto y desconcertado. Era mi honor, mi reputación como líder estudiantil en mi país, y tantos libros que me había leído del arte de la guerra y nada, no sabía qué hacer.  Perderlo todo por una trifulca inevitable.  Que pensarían luego mis compañeros  ante todo lo que pasaría.  Finalmente se hicieron las 6 de la mañana, ya debía alistarme para ir a tomar el bus porque las clases comenzaban las 8am.   Ya en el bus, encontré en mi aturdida mente la solución.

Me dejaría escupir y no reaccionaria y punto.

Cuando llegue a clase lo vi desde lejos y sabía que me estaba observando también. Casi creo que estaba tan o más ansioso que yo de escupirme y yo dejarme escupir.  Igual no se la pondría fácil, espere que se sentara y me coloque ni tan lejos ni tan cerca pero si lo suficiente retirado para que al escupirme no me llegara cerca.  Pero además me senté al lado del otro venezolano, que entendía que venía de Caracas y como que había practicado algún arte marcial, según lo que le escuche, o más bien boxeo. Y tal como lo preví, al descuidarse la profesora se paró de su silla y con toda su fuerza empezó a escupir hacia donde yo estaba.   Y reconozco que supero mis expectativas y fue certero porque le escupió directo a  la cara al caraqueño boxeador.  Ya lo demás fue, quedarme en primera fila viendo aun púgil no tan amateur, mostrando toda su técnica, también como que sabía algo de taekwondo porque algunas patadas también le dio ya cuando estaba el maltrecho árabe en el suelo.   Fue feo y decepcionante, pensé que ese árabe era más camorrero de lo que parecía. Ahí volví a decir nuevamente: lo he visto todo!!

La historia termina con la salida de la universidad del árabe por conducta inapropiada, al venezolano que defendió su honor lo cambiaron de curso y yo termine el básico de inglés.  Unos de los soportes que me exigían para la residencia canadiense.

Lenin Cardozo







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