Era Octubre y estaba muy reciente
el atentado de las Torres Gemelas de New York, y en la Universidad de Toronto,
había como una silenciosa actitud colectiva de rechazar a los árabes que
cursaban estudios en ese entonces. Asumo
que toda esa confusión lleno de pánico al estudiantado, que en su mayoría eran
también estudiantes extranjeros. Yo me
había inscrito en un intensivo de inglés en esa Universidad que dictaban todos
los otoños. En mi salón éramos como 23
alumnos donde, sino más recuerdo, 12 eran japoneses, 6 chinos, 2 de Singapur, 2
venezolanos y un árabe. En general en
el idioma estábamos al mismo nivel (casi en el subsuelo) pero aun con las
incomprensiones del caso y más “bodylengua”
(señas) que otra cosa, nos llevábamos bien, las clases eran muy animadas
y nos reíamos mucho al no podernos expresarnos con fluidez.
Me acuerdo que fue la clase del
tercer lunes a primera hora, que de pronto sentí un silencio sepulcral en el
salón y solo se escuchaba un sonido muy repetido: ”shuuu”… “shuuu” … el
estudiante árabe, mientras la profesora escribía en el pizarrón dándonos la
espalda, empezó a escupir a los japoneses de manera descontrolada. Ahí, comenzó mi largo historial de decir: “lo
he visto todo”. Tanto silencio
desconcentro a la profesora y al voltear preciso al feroz escupidor en
acción. Y le dijo que se saliera del
salón y que la acompañara a la dirección.
En el breek del almuerzo, casualmente me topé con el árabe, o no sé si
me busco intencionadamente y me pregunto mi opinión, yo le dije que no entendía
porque lo hacía, y él me respondió porque se sentía humillado por todos los del
salón, igual le dije, que aun con la razón que fuera, yo igual no estaba de acuerdo porque a mí me costó
mucho inscribirme en esa Universidad y que hacer eso pondría en riesgo todo ese
esfuerzo, que seguramente el o sus padres habían hecho, a lo
mejor hasta pudiera comprometer mi estadía en Canadá. Realmente, y eso rara vez me pasa, no me puse
en su lugar para tratar de entenderlo, sino que hable de mi angustia, porque
esa situación me sorprendió y me puse fue en mi lugar. Craso error!!. El árabe
me miro con una rabia que no podía ocultarla, se voltio bruscamente y se fue.
Al regreso a la residencia,
empecé a sospechar que en la clase siguiente lo tendríamos de nuevo, porque
como la universidad tampoco es muy amiga de sancionar a los estudiantes hijos
de sus buenos clientes y este árabe de seguro se vengaría de mí escupiéndome
también. Cosa que efectivamente ocurrió así. Esa noche prácticamente me desvele, no podía
conciliar el sueño, me atormentaba, lo que pasaría después que el árabe me
escupiera. En mi país eso es un
deshonor, dejarse escupir la cara por otro. Estaba impotente no sabía qué hacer
ante la ofensa que iba a recibir delante todos mis compañeros de clase. Barajé varios escenarios, muchísisimos me
supongo. Apenas me escupiera la cara, me
le lanzo encima y lo golpeo rápidamente para sorprenderlo y no dejar que reaccionar,
después pensaba, pero a mi si me van a expulsar de la universidad, y
seguramente como seria la palabra de él contra la mía, hasta me podrían acusar
de agresor y meterme preso o salir expulsado del país. Después me imagine esperarlo antes de que
entrara a clase y según como se viniera,
enfrentarlo de una vez, pero el siempre andaba con otros árabes y yo
estaba en desventaja porque seguramente entre todos me pegarían. Pensé irlo a buscar a donde vivía esa noche y
resolver eso ya en la calle, pero no sabía donde residía y ya no tenía tiempo de ubicar la dirección porque
lo que me pasaría era cuestión de horas.
Estaba agitado, acelerado, muy
molesto y desconcertado. Era mi honor, mi reputación como líder estudiantil en
mi país, y tantos libros que me había leído del arte de la guerra y nada, no
sabía qué hacer. Perderlo todo por una
trifulca inevitable. Que pensarían luego
mis compañeros ante todo lo que
pasaría. Finalmente se hicieron las 6 de
la mañana, ya debía alistarme para ir a tomar el bus porque las clases
comenzaban las 8am. Ya en el bus,
encontré en mi aturdida mente la solución.
Me dejaría escupir y no
reaccionaria y punto.
Cuando llegue a clase lo vi desde
lejos y sabía que me estaba observando también. Casi creo que estaba tan o más
ansioso que yo de escupirme y yo dejarme escupir. Igual no se la pondría fácil, espere que se
sentara y me coloque ni tan lejos ni tan cerca pero si lo suficiente retirado
para que al escupirme no me llegara cerca. Pero además me senté al lado del otro
venezolano, que entendía que venía de Caracas y como que había practicado algún
arte marcial, según lo que le escuche, o más bien boxeo. Y tal como lo preví, al
descuidarse la profesora se paró de su silla y con toda su fuerza empezó a
escupir hacia donde yo estaba. Y reconozco que supero mis expectativas y fue
certero porque le escupió directo a la
cara al caraqueño boxeador. Ya lo demás
fue, quedarme en primera fila viendo aun púgil no tan amateur, mostrando toda
su técnica, también como que sabía algo de taekwondo porque algunas patadas
también le dio ya cuando estaba el maltrecho árabe en el suelo. Fue feo y decepcionante, pensé que ese árabe
era más camorrero de lo que parecía. Ahí volví a decir nuevamente: lo he visto
todo!!
La historia termina con la salida
de la universidad del árabe por conducta inapropiada, al venezolano que defendió
su honor lo cambiaron de curso y yo termine el básico de inglés. Unos de los soportes que me exigían para la
residencia canadiense.
Lenin Cardozo
Lenin Cardozo
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