Venia
subiendo las escaleras para llegar a mi oficina, y de pronto me abordo un señor mayor
que de inmediato se me presento como el presidente de la Federación de Caza
Deportiva del Estado. Además me dio su
rango: General de Brigada y me solicito, para no decir me exigió, que le
firmara de inmediato el permiso o la licencia para que dicha federación ese año
extendiera esos permisos a sus
afiliados. También me aclaro, que eso estaba estipulado en la Constitución
Nacional y me nombro otras leyes auxiliares que amparaban este tipo exterminio.
En ese entonces yo tenía la
responsabilidad de ser el Director de Ambiente de la Región.
Es
decir, ese caballero, me estaba pidiendo que le firmara una licencia para matar
a la fauna silvestre por razones deportivas.
Respire profundo y le dije, que las cosas ahora habían cambiado, y que
yo no estaba de acuerdo en permisar nada que pusiera en peligro nuestra ya
menguada fauna silvestre.
El
militar se puso de todos colores, y casi gritándome me dijo que como iba hacer
yo eso, que yo era un arbitrario, que estaba al margen de la ley, que él era amigo
personal del Gobernador, y que siempre cazaba palomitas juntos y que si no le creía, que lo llamara para que
el mismo me confirmara. Y me hacía un gesto como para que usara mi teléfono.
Decidí
llamar al Gobernador, mas por conocer esa supuesta afición a la caza, porque
igual, primero muerto antes que darle a
ese señor una autorización para matar animales indefensos en el Estado.
El
Gobernador, siempre con su amabilidad me atendió la llamada y de una vez le
dije: aquí está un General que dice ser amigo suyo y me está exigiendo que le
firme un permiso de caza deportiva para el año en curso y de una vez aclare:
cosa que no pienso hacer por ningún motivo, dígame por favor cuál es su opinión
al respecto?. El Gobernador, duro unos
segundo sin responder y luego me dijo, bueno Lenin, si el permiso es solo para
matar moscas y mosquitos tu por favor considéralo y de una vez cortésmente se despidió.
Con
las mismas mire de frente al General, que ya tenía como cara de satisfecho por
hacer gala de su amistad con el Gobernador y le dije: mire amigo, mientras yo esté
aquí, en esta responsabilidad, olvídese que usted tendrá algún permiso para
caza deportiva ni para nada relacionado con ningún tipo de caza. No me importa si esos permisos lo contemplan la Constitución Nacional u en otras leyes. Y
me fui a la oficina a seguir con mi trabajo.
A lo lejos escuchaba algo como un eco que decía: … “esto no se va a
quedar así, ya vais a ver quién soy yo, tú no sabes con quien te estas metiendo”…
yo soy …
Lenin Cardozo
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