Viví una adolescencia prácticamente concentrado en los estudios, poco sociabilización tuve y con respecto a salir a fiestas, prácticamente nada. Cerca de mi casa vivía una joven de nombre María, que era de porte andino: largos cabellos negros y muy blanca, realmente o para mi gusto era muy bella. En la ruta al abasto o tienda de víveres, siempre tenía que pasar frente a su casa y ahí aprovechaba yo para saludarla. En esos días, un compañero del liceo me invito a que fuera el sábado que viene a una fiesta que le iban hacer por su cumpleaños y de inmediato pensé que era la oportunidad para invitarla a salir y así bailar con ella. La invite y acepto con gusto, acordamos que iría por ella a las 8pm, era muy cerca, creo que no más de dos cuadras de distancia entre su casa y la fiesta.
Le pedí a mi mama que por favor me enseñara a bailar porque tenía mi primera cita el próximo sábado, mi mama siempre tan dispuesta me explicó rápidamente que hiciera un pasito para adelante y otro para atrás. Hice mi mejor esfuerzo pero definitivamente, bailar salsa o merengue, con esos pasitos no era posible, así que me mentalice para bailar solo boleros que era más fácil y hasta mejor pensé. Llegamos entre los primeros a la fiesta y nos sentamos en las sillitas que estaban a la entrada, nos dieron dos vasitos con Pepsicola y ahí estábamos en el epicentro de una Miniteca que a todo volumen tenían unas salsas de las Fanias Star. Definitivamente la joven tenía muchas ganas de bailar pero yo me hacia el desentendido esperando a que pudieran los boleritos.
En eso llega un primo de mi amigo el cumpleañero, y cortésmente le extiende la mano a María y le dice: me permites? Y ella me miro así como pidiéndome permiso y bueno yo hice una mueca como diciendo: que le vamos hacer!!. Y espere muy atento a que finalmente pusieran los boleros, boleros que nunca llegaron porque el disc jockey era un admirador a las Fanias. Más de una hora estuve yo sentado sin dejar de mirarlos y no llegaban los boleros. En eso me descuide y colocaron la pieza tan anhelada y ella siguió bailando con el joven. Se había olvidado de mí.
Me moleste sobre manera, me pare y me fui para la casa. Llegue y de una vez me acosté a dormir. Sin embargo el remordimiento nunca me dejo conciliar el sueño. Pensaba: pobrecita la deje sola en la fiesta y como se regresara después, que pena. Seguro que le abra extrañado mi ausencia y estaría preguntando por mí. Y así estuve hasta el amanecer. En la tarde de ese día, volví a ver al cumpleañero y le pregunte que si había vista a la joven que me acompaño en la fiesta y me justifiqué diciendo que me habían llamado de la casa y por eso me tuve que ir temprano de la fiesta. Y él me contesto: claro Lenin!! Esa chica estuvo bailando con mi primo hasta el amanecer!!.
A los años después supe que María se había casado con el buen bailarín del primo de mi amigo.
Lenin Cardozo
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