El tema de no
saber bailar, ya era definitivamente un real problema para mí, en mi interés de
sociabilizar. Ir a una fiesta se había convertido
en un serio problema a la hora de ser invitado a bailar. Decidí tomar cartas en el asunto y busque una
academia que daba clase de Salsa y Merengue los sábados. Era cómico!!.
Todos alumnos estaban igual o peor que yo, nos pisábamos y casi nos caíamos
cuando tratábamos de hacer las vueltas o los giros. Ahí estuve disciplinadamente durante 6 sesiones. Según yo, estaba listo para entrar en las
grandes ligas del baile. Cace una
fiesta y casi de colado me metí, ahí me di cuenta, que nuestra instructora había
hecho una especie de combinación de Tango con Salsa y Chachachá con Merengue, además
que le había puesto algunos giros semiclásicos porque dicha instructora daba también
clases de ballet en un Centro Cultural
de la ciudad. Lo cierto, es que nadie
bailaba como yo y no podían bailar conmigo porque yo estaba hecho un verdadero plato
de espagueti en esos pasos. En lo
inmediato pensé en traerme para las fiestas a la misma instructora porque así
si podría seguir el paso, pero luego desiste, por ser una persona muy mayor.
En esa fiesta
vi a una buena bailarina de Salsa, le pedí
su teléfono para que considerara enseñarme a bailar, que yo le pagaría su tiempo de trabajo. Y si
lo hice, tome dos meses de clases y ahora, no es que bailo mucho pero por lo
menos deje ya la Salsa-Chachachá, que nadie entiende ni baila y lo hago un poco mejor.
Lenin Cardozo
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